Para introducir el tema principal de esta opinión lo que hace Jordi Soler es comenzar hablando del cuento de La Cenicienta escrito por los Hermanos Grimm y la versión menos violenta que hizo años después Disney y su fábrica de películas llenas de amor, flores y finales felices con princesas y príncipes sacados de revistas de modelos.
Las películas de la compañía de Disney están amoldadas a los niños que viven en esta época en la cual se les trata como si estuvieran en una burbuja inmune a cualquier daño exterior. Pero como bien pone Soler, es curioso como después de los dibujos animados ponen el telediario en el que aparecen muertes, violencia, y un largo etcétera.
“Los libros […] han jugado un papel crucial en la infancia”. Me parece una afirmación muy clara ya que el que lea un niño implica que éste fomente su imaginación, cree sus propios personajes con sus paisajes personales… de tal manera que es así como van mejorando su pensamiento. Es posible que yo piense así ya que desde pequeña me gustaba leer y ponerles cara a mis personajes. Además creo que es mucho más interesante hacer esto antes que entrar en el cine y que te den todo hecho y lo único que hagas sea observar algo que otros ya han trabajado por ti.
Según expresa Soler, una vez terminado el Imperio Romano, el alfabetismo descendió hasta tal punto que los libros y las escrituras pasaron a ser exclusivamente para especialista. De hecho es algo lamentable como de una civilización como fue la romana impregnada en la cultura y conocimientos pasara a haber una tasa de analfabetismo enorme en la que apenas unos cuantos podían leer.
El periodista nombra a Neil Postman y su ensayo The disapperance of childhood, en el cual comenta que en la Edad Media comenzó de nuevo el conocimiento escrito. En aquella época el niño como tal ya no existía. Como se habló en algún momento de las clases, los niños convivían con la violencia, el sexo, las agresiones, la muerte…y la Iglesia dictó que el niño a partir de los siete años podía pensar y razonar como el adulto de manera que pasaba directamente a ser adulto.
Todo esto cambió cuando la sociedad se realfabetizó, y se volvió a situar al niño en el espacio protegido. Según Postman, comenzó a darse cuenta de que los niños empezaban a estar demasiado informados en el sentido de que la televisión les mostraba la realidad que existía fuera de su mundo, “acceso a todo el conocimiento que durante siglos lo había separado de los adultos”.
Postman añade que si en la Edad Media la infancia despareció por la ignorancia, en estos momentos está desapareciendo por la facilidad en que los niños reciben la información. Soler para terminar la opinión añade que lo único que puede hacerse es muy poco salvo esperar e improvisar alguna que otra estrategia.
Para terminar, dejo el tema abierto: ¿Protegemos demasiado a los niños de temas tan naturales como pueden ser el sexo o la muerte? Es posible que tampoco hay que ser tan rudos, por decirlo así, como lo era en la Edad Media, pero tampoco hay que poner tabú de los que cuando sean más mayores les dé vergüenza tratar. Aunque, ¿qué ocurre con la facilidad de adquisición de noticias reales?
*Artículo adquirido del diario El País, el 6 de marzo de 2011, escrito por Jordi Soler en el apartado de Opinión.
Un excelente comentario.
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